miércoles, 18 de agosto de 2010

Sonrisa de invierno

Cinco días de agosto sobre el tabernáculo,
sólidos, firmes, muertos.

Pasan las horas como hormigas bajo el hombre,
intransigentes en sus tiempos, intocables en su vuelo.

Angustioso el camino que la soledad ha elegido,
para los pastos crecientes en la cima del Olimpo.

Sumas y sumas los momentos y devenires,
pero no quedan más que rastros de aquellos que a tu lado pasaron.

Son las marcas que el agua en su tránsito a dejado,
huellas eternas de un flujo imparable.

Siguen los aires, siguen los volcanes, sigue la vida y su caprichosa consecuencia,
no busca molestar, solo entretener a dios en su quintal.

Busca, amigo, alguna orilla que te rescate,
te salve de la corriente y su caminar apresurado,
para caminar libre,
mojado, pero libre.

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