sábado, 12 de junio de 2010

Imperios desvaneciéndose



Terminó el descanso de las gárgolas,
el letargo se acerco a un precipicio de fieras filosofías
y se dio de lleno con las rosas que había traído el viento.

Acabo el veneno en las venas
de los sustitutos de nuestras almas,
entre cáñamos y seda, la tierra yace aún intacta.

Cinco carros llenos de babilonias
uno para cada continente,
para ti la fruta, para mi la serpiente.

Inmersos en tinas, llenas de sudor y de miserias,
renacen las verdes conciencias,
de los súbditos de la inocencia.

Ya no espera el caos ni un ínfimo momento,
aquí están los profetas,
muertos, secos y pudriéndose.

Un segundo más para el último vistazo,
quiero ver tu trono,
desvanecerse con tu cuerpo.


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